Notas


Llámame por mi nombre,
pronuncia con tus labios
cada sílaba de mis sentimientos,
llámame con tu voz.
Grítame en silencio,
con caricias y susurros,
con placeres y sonrisas,
grítame callado.

Reclámame con tu mirada,
para que pueda alcanzarte,
y llegar hasta ti,
para acabar de conquistarte.




Esa mirada tuya, 

tan profunda y tierna 

que lo dice todo 

en medio del silencio. 

Esa mirada tuya, 
que eleva mi alma 
e inunda mi ser 
sin tocar aún mi piel. 

Esa mirada tuya 
tan indescriptible 
que llena de amor 
a este libre corazón. 

Esa mirada tuya, 
tan profunda y tierna 
que me lleva a entender 
que aún estoy viva y siento. 

Esa mirada tuya...












Mientras clavavas en mi pupila tu pupila
Que es poesía? y tu me lo preguntas?
Poesía eres tú
Mientras haya unos ojos que reflejen los ojos que los miran
Mientras responda el labio suspirando al labio que suspira
Mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas
















 Las pastoras venían disfrazadas, los rostros cubiertos con unos velos blancos, y presos en sus chapeletes de menuda paja, sutilísimamente labrados, con muchas guarniciones de lo mismo, tan bien hechas y entretejidas, que de oro no les llevara ventaja.













[...] Y todavía todas las veces que yo me descuidaba la pastora no quitaba los ojos de mí, y tanto que mil veces estuve por hablarla, enamorada de unos hermosos ojos que solamente tenía descubiertos. Pues estando yo con toda la atención posible, sacó la más hermosa y delicada mano que yo después acá he visto, y tomándome la mía, me la estuvo mirando un poco. Yo que estaba más enamorada de ella de lo que podría decir, le dije:







-Hermosa y graciosa pastora, no es sola esa mano la que está aparejada para serviros, mas también lo está el corazón y el pensamiento de cuya ella es.







Ismenia, que así se llamaba aquella que fue causa de toda la inquietud de mis pensamientos, teniendo ya imaginado hacerme la burla que adelante oiréis, me respondió muy bajo, que nadie lo oyese:







-Graciosa pastora, soy tan vuestra que como tal me atreví a hacer lo que hice, suplícoos que no os escandalicéis porque en viendo vuestro hermoso rostro no tuve más poder en mi.


Yo entonces muy contenta me llegué más a ella, y le dije medio riendo:
-¿Cómo puede ser, pastora, que siendo vos tan hermosa os enamoréis de otra que tanto le falta para serlo, y más siendo mujer como vos?
-¡Ay, pastora! -respondió ella- que el amor que menos veces se acaba es este, y el que más consienten pasar los hados, sin que las vueltas de fortuna, ni las mudanzas del tiempo les vayan a la mano.
Yo entonces respondí:
-Si la naturaleza de mi estado me enseñara a responder a tan discretas palabras, no me lo estorbara el deseo que de serviros tengo, mas creedme, hermosa pastora, que el propósito de ser vuestra, la muerte no será parte para quitármele.
Y después de esto los abrazos fueron tantos, los amores que la una a la otra nos decíamos, y de mi parte tan verdaderos, que ni teníamos cuenta con los cantares de las pastoras, ni mirábamos las danzas de las ninfas, ni otros regocijos que en el templo se hacían. 
















Hallándose dos damas en faldeta
tratando del amor con mucha risa,
se quitaron faldetas y camisa
por hacer más gustosa la burleta.

La una con la otra recio aprieta,
mas dales pena ver la carne lisa.
Entonces llegó Amor, con mucha prisa,
y puso entre las dos una saeta.

La una se apartó muy consolada
por haber ya labrado su provecho,
la otra se quedó con la agujeta.

Y como se miró, viéndose armada,
por el daño que el dómine había hecho
le puso por prisión una bragueta.















Yo, pues, mi adorada Filis,
que tu deidad reverencio,
que tu desdén idolatro
y que tu rigor venero:
[...]
Ser mujer, ni estar ausente,
no es de amarte impedimento;
pues sabes tú que las almas
distancia ignoran y sexo.
























Me amo en ti, 
en tu figura, 
me miro, 
transformada 
con la forma de mi sueño.

Al acariciarte 
es mi reflejo
el que acaricio 
narciso 
en el espejo de tu cuerpo. 

Me miro, así, 
toda yo 
vuelta carne tuya, 
belleza que amo, 
seda que acaricio
en tus mejillas. 

Sabor de tu piel 
en la blanca corola 
de tus senos 
y en la oscura y dulce fruta 
de tu sexo. 

Lenta y deleitosa
te recorro 
con mis dedos 
más sabios en
formas que los de Fidias, 
y vuelvo un
cinturón de oro 
mis brazos en torno 
a tu cintura,
mientras ávidas 
mis piernas
 -como lianas-
se enredan en las tuyas 
al tiempo que no hay límite 
entre tu boca y la mía. 

¿Tú o yo?
¿Cuál soy? 
¿o cuál tú eres? 

Fundidas en el placer 
todo se borra, 
y sobre el lecho, entre
los deshojados jacintos 
de las rotas guirnaldas
-con que nos adornamos 
para el íntimo festejo-
sólo sé 
que soy llama 
encendida en tu aliento.

Enajenada en ti 
sin tiempo 
y sin fronteras.
Perdida el borde de mi cuerpo, 
en las oscuras aguas 
del orgasmo, 
me entrego hasta morir
en tu belleza























Pase lo que pase con nosotras, tu cuerpo 
vivirá en mí... tierno, delicado,
tu forma de hacer el amor, 
como la fronda semi enroscada del helecho en espiral en los bosques 
recién bañados por el sol. Tus viajeros y generosos muslos
entre los cuales mi rostro entero se hunde una y otra vez... 
la inocencia y sabiduría del lugar que mi lengua ha encontrado ahí...

La viva, insaciable danza de tus pezones en mi boca...
Tu forma de tocar, firme, protectora, investigándome, 
tu lengua fuerte y tus finos dedos 
llegando donde te estuve esperando por años, 
en mi rosa, húmeda cueva...
Pase lo que pase, esto es.



















Aquella conversación que siempre estuvimos a punto de tener, 
está girando en mis pensamientos, 
Durante la noche el Hudson tiembla bajo las luces de Nueva Jersey 
El agua contaminada reflejando también la luna 
Y yo distingo a una mujer 
Que amaba ahogándose en secretos, 
con una temible herida 
Alrededor de su garganta que la rodea tal como los cabellos. 
Y esa es ella con quien he intentado hablar, 
cuya herida, expresa en su rostro 
Volviéndose a un lado de dolor, 
es arrastrada cada vez mas profundo 
Donde no me puede escuchar, 
Y enseguida me doy cuenta yo 
que estaba hablando con mi alma








Si me atreviera a decirte lo que siento me quedarí a corto, pues las palabras faltarí an a este sentimiento tan inmenso.








Cuando te conocí  tuve miedo de abrazarte, cuando te abracé tuve miedo de besarte, cuando te besé tuve miedo de quererte y ahora que te quiero tengo miedo de perderte.




Si te dijera que te amo mucho estarí a mintiendo si te dijera que te amo demasiado también estarí a mintiendo, pero si te dijera que no es posible decir cuanto te amo te estarí a diciendo la verdad,












Guardame en tu corazón y que no se te olvide, que he muerto al perderte porque tú eras mi vida.










Mi vida no tenia sentido hasta que llegaste tu, el amor que me da todas las fuerzas que necesito para poder seguir adelante te amo mi amor, más que a nada en este mundo.








El corazón no está herido a la altura del pecho, sino, a la altura del vuelo de los pájaros.








Tan solo que me pienses para ser un recuerdo.











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